CÓMO NACIMOS
Impresionada por las historias tan dramáticas que le contaba Inés, una mujer ecuatoriana que cuidaba amorosamente de la madre enferma de Aída, ésta decidió volar hasta la zona andina donde vivía la familia para poder ver de qué manera se podría ayudar.
Con el apoyo de su marido y de sus seis hijos, Aída Crespo que entonces contaba con 58 años llenos de energía decidió emprender este proyecto. Rápidamente comprendió la primera necesidad urgente: dar de comer a los niños de la escuela de Mojandita. Aparecieron ante su vista unos niños desnutridos, tristes, cansados de trabajar todo el día y de asumir penalidades demasiado grandes para su edad.
En ese momento no teníamos ninguna pretensión de convertirnos en una ONG. Pero se produjo una señal indiscutible que nos dio la certeza de que el proyecto iba a ponerse en pie. Fue cuando Aída contabilizó los gastos mensuales que tendría el comedor escolar para alimentar a treinta niños.
Durante el mes de estancia en Mojanda, su marido y sus hijos convencían a familia y amigos para que se implicaran, y cuando llamó por teléfono y comentó que hacía faltan 374 dólares al mes para comenzar a dar de comer a los niños, su hija emocionada le dijo que justo era la cifra que tenían comprometida, el equivalente en pesetas a 374 dólares. ¡Las tres cifras coincidían! ¡Esto es un milagro, una señal!, dijo Aída: el proyecto debe comenzar.
Con su fuerza, energía y alegría encabeza todos los proyectos y los niños de todas las escuelitas donde Guaguacuna trabaja la llaman cariñosamente MAMA AIDITA porque representa para ellos una gran madre que les protege y lucha por su futuro, ampara a los desvalidos, denuncia los malos tratos y abandonos, vela a los enfermos, abraza a los pobres y trabaja incansablemente por conseguir un futuro mejor y más justo para todos.
Cumplir este hermoso sueño no hubiera sido posible sin la ayuda de Pepe Beviá, el marido de Aída, que de una manera incansable y siempre optimista, organizó una serie de campañas para conseguir donativos y padrinos para el proyecto.
Todavía hoy le llamamos el proyecto Milagro, ya que cuando estamos muy apurados y necesitamos cubrir una emergencia social aparece la solución que nos viene a confirmar que cuando se trabaja duro, pero con mucho amor y con el ánimo de servir a los demás, el universo se confabula para que el camino se abra. El trabajo de Aída Crespo, fundadora y presidenta de Guaguacuna, siempre ha sido voluntario y durante años estuvo sufragando los viajes y las ayudas sociales.